La verdad es que me levanto cada mañana con desazón, pensando que es complicado seguir luchando contra un mundo en el que lo único que importa es fomentar el consumo. Un consumo imprescindible para que todos y cada uno de nosotros podamos vivir, pagar nuestras facturas, la educación de nuestros hijos y la atención a nuestros mayores. La triste realidad es que vale todo. Y nuestra lucha, a veces siente esa pena, de quien pelea por hacer un pequeño cambio y un titán no permite que se mueva ni un ápice, así está todo bien.
Hoy viene una televisión autonómica a grabar una entrevista sobre la anorexia masculina. Ya no tenemos que sorprendernos. A nosotras ya no nos pueden vender más, productos alimenticios, farmacéuticos, de deporte, estética, cirugía, clínicas dentales, depilación, dietas, moda.....El enfoque, desde la aparición de la "tableta", está en ellos, que antes no compraban y ahora son grandes consumidores al igual que nosotras de este mercado de la eterna juventud.
Vamos a peor, los hombres han comenzado a aumentar los porcentajes de trastornos alimentarios, ya no sólo la vigorexia de los "enfermos" del músculo de gimnasio, sino la anorexia más galopante en la familia con la implicación traumática que conlleva para el afectado y sus allegados. Niños de 10 años hasta adultos de 40 son víctimas de este mal de un siglo XXI marcado por grandes avances tecnológicos y una sobrevaloración de la imagen corporal.
No podemos afirmar que esto vaya a mejorar, porque no es cierto, pero sí plasmar algo que todos vemos y vivimos...Pero bueno, seguimos comprando.
